Instrumentos musicales transparentes como el hielo
En los años treinta, la curiosidad por descubrir las distintas aplicaciones de PLEXIGLAS® llevó al fundador de la empresa Otto Röhm y a sus colaboradores a fabricar instrumentos musicales del nuevo material.
Los investigadores de Röhm & Haas, empresa predecesora de Röhm, probaban todo lo que se les venía a la mente en el área de la transformación de PLEXIGLAS®. Por ello, pronto se constató que PLEXIGLAS® podía ser cortado, perforado y fresado y que las planchas acabadas podían además ser moldeadas a elevadas temperaturas bajo el punto de fusión. Entusiasmado con todas estas posibilidades, Otto Röhm, amante de las artes y de la música, encargó a uno de sus empleados en mayo de 1935 la fabricación de un violín de PLEXIGLAS®.
Seis meses más tarde, el nuevo instrumento ya estaba listo para dar recitales. No obstante, en ese periodo la calidad del sonido aún dejaba mucho que desear. Röhm se percató de que, para que los resultados fueran satisfactorios, era necesario contar con la destreza manual de un lutier. Por esta razón Bruno Rügemer, lutier de la ciudad alemana de Darmstadt, recibió el encargo de fabricar dos violines y otros instrumentos de cuerda sirviéndose del cristal acrílico de alta calidad de Röhm & Haas, hoy Röhm. El proceso de fabricación era el mismo que el necesario para la elaboración de instrumentos de madera.
Instrumentos de viento transparentes
Inspirados por los primeros instrumentos de Röhm & Haas, la empresa Mönnig de la localidad alemana de Markneukirchen se propuso a su vez fabricar instrumentos de viento de PLEXIGLAS®. Para ello, el personal de su taller estudió minuciosamente el nuevo material con el fin de encontrar un método de elaboración adecuado y de preparar las herramientas necesarias. Finalmente, un empleado de Mönnig consiguió fabricar un fagot, una flauta, un clarinete y un oboe a partir de barras rectangulares de PLEXIGLAS®. Para ello, las barras de PLEXIGLAS® habían de ser trabajadas primero en un torno y luego perforadas. Puesto que el PLEXIGLAS® podía ser trabajado con mucha más facilidad que la madera, se necesitaban tan solo 90 minutos para la fabricación del cuerpo de un instrumento.